Continúa una serie de entradas en nuestra página web tituladas “Desde el despacho”. En esta serie, nos hemos propuesto acercar la vida puertas adentro de nuestra institución a todos vosotros. A lo largo de varias semanas, daremos voz a nuestros despachos y será el personal del museo quien os cuente, de primera mano, su trabajo, ilusiones, algunas anécdotas y mucho más. Esperamos que os guste esta serie de novedades y descubra algunos aspectos de los museos que despierten vuestro interés.
Hoy nos cuenta su historia en el Museo de Zaragoza Ana Labaila, Facultativo Técnico de Patrimonio Cultural (Departamento de Bellas Artes), que transcribimos a continuación:
Mi trabajo es muy variado.
Por una parte me encargo, junto a nuestras compañeras conservadoras-restauradoras Carmela y Nerea, grandes especialistas en la conservación de estas piezas, de todo lo relativo a la colección de Arte Oriental.
Llevo a cabo las tareas de coordinación de las exposiciones temporales que el museo, en colaboración con los profesores universitarios David Almazán y Elena Barlés, realiza sobre diferentes aspectos de la colección.
Atiendo cualquier consulta entorno a la misma; preparo las visitas que recibe por parte de profesores universitarios, investigadores, personal especializado en la materia, personal diplomático proveniente de las embajadas de los países de los que proceden las piezas (especialmente de Japón, pero también de otros países como Tailandia), alumnos de la Universidad de Zaragoza y de la Universidad de la Experiencia, etc. Es una colección que genera mucho movimiento en este sentido y estamos encantados de poder mostrarla siempre que nos lo solicitan.
Realizo labores de revisión y ampliación de la información de las fichas de catalogación. Es una labor de base, a la par que infinita e inagotable, indispensable para acometer el resto de funciones que los museos llevamos a cabo.
Gestiono, de la mano de María Jesús, nuestra compañera de registro-documentación-biblioteca-archivo, de todas las tareas de tipo administrativo que surgen entorno a la colección: préstamos de obra, depósitos, ingresos, etc.
Más allá de la colección Oriental, realizo un trabajo de apoyo a nuestra compañera Marisa, conservadora de Bellas Artes. Junto con el director y las conservadoras-restauradoras nos encargamos de la exposición permanente (elaborar los discursos, seleccionar las obras, confeccionar los textos y las cartelas, coordinación de las tareas de montaje) y todo lo relativo a la gestión de la colección de Bellas Artes. Son tareas muy variadas que van desde atender solicitudes por parte de investigadores, peticiones de imágenes, gestión de préstamos de obra, depósitos, donaciones, etc.
Por otra parte, siempre que se puede y es necesario, me encanta colaborar en las tareas de educación y acción cultural, realizando visitas guiadas, de apoyo en eventos como el Día Internacional de los Museos o la Noche en Blanco, presentaciones de libros, conferencias y actos varios que acoge el museo.
Somos unos privilegiados en poder trabajar en un museo como el de Zaragoza. Es una delicia poder conocer cada día un poco más acerca de la colección, es tan amplia y fascinante que siempre hay alguna pieza nueva o algún aspecto nuevo por conocer.
Me encanta poder acercarme a las piezas, observarlas con detenimiento, deleitarme con cada uno de sus detalles. Su antigüedad y fragilidad me inspiran, a su vez, un enorme respeto. Al contemplarlas siento la enorme responsabilidad que tenemos los profesionales de este museo de conservarlas y cuidarlas para que lleguen en las mejores condiciones posibles a los que nos sucedan. Y también de conocerlas, interpretarlas, decodificarlas para ofrecer toda esa información al público que nos visita y a la sociedad en general, para que las conozcan, entiendan, valoren y sientan como suyas, se apropien de ellas, porque lo son, el museo no es más que un “mero” intermediario que cuida y custodia un legado que nos pertenece a todos.
Espero de verdad que la gente sienta las colecciones como propias y, al museo, como su casa. Les recomiendo que nos visiten siempre que puedan. Es un museo en continuo cambio cuyas salas siempre tienen algo nuevo que ofrecer, así que merece la pena revisitarlo de vez en cuando. Además, como es gratuito, permite disfrutarlo de poco a poco, saborearlo con calma. Y si no pueden venir, pueden recorrerlo virtualmente a través de la página web, las exposiciones virtuales, las redes sociales, los catálogos colectivos de CERES o Google Arts and Culture.
MdZ