El Museo de Zaragoza en el Día de la salud

Este martes pasado fue el #DíaMundialDeLaSalud y le dedicamos sendas publicaciones en nuestras redes sociales. En plena crisis sanitaria causada por el COVID-19, todas las instituciones y muchas organizaciones, tanto nacionales como internacionales, nos hicimos eco de esta celebración. Desde el Museo de Zaragoza quisimos homenajear al personal sanitario y agradecer la importantísima labor que realizan a diario. Nuestro Ramón y Cajal, pintado por Sorolla, fue la imagen que seleccionamos con orgullo para nuestro particular homenaje ese día.

La salud vuelve a ser tema en el día de hoy, pero esta vez vamos a tratarla centrándonos en una de las obras más valiosas del museo: la cabeza de Augusto que sirve como punto de partida para hablar del emperador romano que fundó nuestra ciudad y vivió aquejado por múltiples problemas de salud.

Es sabido, gracias a las fuentes históricas, que el emperador César Augusto tenía una salud débil y padecería, a lo largo de toda su vida, artritis, tifus, resfriados frecuentes, colitis, bronquitis, eccemas, picazón, cálculos biliares… entre otras afecciones. Pero, entre todos sus males, destaca el sucedido en el año 23 a. C. coincidiendo con una grave epidemia que asolaba Roma a consecuencia del desbordamiento del río Tíber. En ese momento, Augusto tenía  40 años y se encontraba en Hispania intentando dar fin a las Guerras Cántabras en las que participó personalmente (29-25/24 a.C.). Sin embargo, tuvo que abandonar el frente por su estado de salud y dejarlo en manos de sus legados.

El episodio de enfermedad que vivió en Hispania está documentado. Sabemos que el emperador padeció unas fluxiones de hígado que se intentaban aliviar mediante la aplicación de paños fríos por prescripción de su médico griego Antonio Musa (que sería altamente recompensado por su labor tanto por el emperador como por el Senado). Así mismo, la arqueología ha demostrado que, durante este episodio, Augusto tomó unos baños en el balneario de Turiaso (Tarazona) abiertos bajo la advocación de la ninfa Silbis, que darían lugar a una sanación milagrosa. En el Museo de Zaragoza se conservan materiales que así lo atestiguan como las monedas de Turiaso y el magnífico exvoto, hallado en la localidad zaragozana, que puede verse en nuestra exposición permanente.

Busto de Caesar Augusto. Carneola. 98-103 (Época de Trajano (98-103 d.C). Tarazona (Zaragoza). Foto: José Garrido. Museo de Zaragoza.

Esta cabeza, de época de Trajano (98-103 d.C.) está realizada en carneola y se ejecutaría, probablemente, en Roma. La carneola es una piedra de la familia de las ágatas que, por su belleza y aspecto brillante, es muy utilizada en joyería, de ahí que esta obra sea tan singular. Parece ser que Trajano entregaría esta cabeza a la ciudad de Turiaso para sustituir el exvoto depositado por Augusto, como ofrenda por la salvación del Imperio gracias a sus aguas curativas. El retrato del emperador se realiza en la línea del tipo de Prima Porta, sobre uno anterior de Domiciano, y mantiene el tipo de flequillo augusteo, así como un potente geometrismo.

La historia nos ha dejado testimonio de muchos momentos protagonizados por los problemas o la falta de salud, pero también celebra las curaciones. Esta que recordamos hoy es una de ellas y los dos médicos citados, Ramón y Cajal y Antonio Musa, son grandes protagonistas que se han recordado con orgullo siglos después. En momentos tan críticos como el actual, queremos recordar la importancia que estos profesionales han tenido en nuestra historia.

Podéis ampliar la información sobre Augusto y este exvoto viendo la exposición virtual AVGVSTVS ANNVS AVGVSTI MMXIV y el enlace a la ficha de la pieza en Ceres.

MdZ

Menú