El patio de la Casa de los Diputados del Reino de Aragón

Hace unas semanas nos hacíamos eco de la magnífica compilación de los dibujos de Valentín Carderera que la Institución Fernando el Católico acababa de editar. En ella se hace un cuidadoso análisis de las imágenes que plasmó en sus diversos viajes, en gran parte elementos arquitectónicos de alto valor artístico e histórico. La mayoría de ellos hoy han desaparecido total o parcialmente por lo que estos delicados y fieles dibujos son su única memoria.

Fachada de la Casa de los Diputados hacia 1940. Foto Mora

En esta ocasión nos detenemos en una obra que documenta el estado en que, en 1851, se encontraban unas piezas que hoy forman parte de la colección permanente del Museo de Zaragoza y que se exhiben en el patio. Se trata de los elementos sustentantes de una pequeña  luna o “patinejo” del palacio que desde 1590 fuera acomodo de los Diputados del Reino de Aragón no residentes en Zaragoza, cuando tenían que venir a la capital. Más tarde pasó a depender del Baile de Aragón, por lo que también se le conoció como la “Aduana Vieja” y luego acabó siendo cuartel. La casa estuvo situada en lo que hoy es la calle San Vicente de Paúl, frente a la residencia de la familia Palafox. El palacio fue derribado parcialmente hacia 1864 que fue el momento en el cual desapareció este patio, y sucumbió por completo ya en el siglo XX al reordenar la zona.

Patio de la Casa de los Diputados en 1851. Dibujo de Valentín Cardedera

Carderera llamó insistentemente la atención sobre la calidad de la escultura de este pequeño patio que dibuja con gran detalle con lápiz, aguada y toques de blanco, sobre papel (240X315 mm) el 3 de septiembre de 1851. La obra pertenece a la Fundación Lázaro Galdiano, Núm. Inv. 9833.

Caderera también describe el patio y de su texto se deduce que en ese momento solo quedaban uno de los lados principales (el que dibuja) y dos de los laterales, algo más cortos, de los que copia uno. No obstante esto genera alguna duda como luego comentaremos.

Las piezas en la actualidad. (Fot. E. Santos)

Se trata de cuatro columnas y cuatro pilastras y algunos fragmentos del arquitrabe, todo tallado en alabastro gris y profusamente decorado con pleno lenguaje renacentista. Se han esculpido grutescos, candelabros, bucráneos, medallones, animales fantásticos, róleos, con un trabajo de delicada filigrana plateresca. Se da la circunstancia que se conservan dos cartelas, una con el nombre del escultor RENE TR(ayanu)S y otra con la fecha 1539.

Detalle de un bucráneo (Fot. E. Santos)

Una vez derribada esta parte del palacio, los restos llegan al Museo de Zaragoza gracias las gestiones que hace Bernardino Montañés, en nombre de la Comisión Provincial de Monumentos, ante el Ayuntamiento en 1866. En una carta de Montañés a Carderera, fechada el 28 de junio de ese año le comunica: “Ya están concedidos los restos de la Aduana Vieja. Falta colocarlos.”

Cartela con la firma del escultor (Fot. E. Santos)

El montaje que se exhibe hoy en el patio del museo es intuitivo, pues en 1974 no se conocía el dibujo que hoy estamos comentado, además se trató de colocar en un solo plano lo que en origen ocupaba tres. Aquí surgen las dudas, pues en la descripción de Carderera se habla de tres lados, en el dibujo, por obvias cuestiones de encuadre, sólo dibuja dos. Los restos que llegaron al museo son exactamente los mismos que se ven en el dibujo del oscense, más una cuarta pilastra que debía de componer el rincón derecho y por eso no se ve. Si hubiera habido más elementos del lado invisible es de suponer que también hubieran sido ingresados por Montañés, y no fue así.

En definitiva una preciosa documentación sobre unas importante piezas renacentistas del Museo de Zaragoza, gracias a la cual, cuando se acometa la necesaria ampliación, se podrán ver en toda su belleza.

MdZ

Detalle de seres fantásticos (Fot. E. Santos)

 

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