Historia de amor japonesa por San Valentín

Celebramos este día de San Valentín con una tierna historia de amor que aparece en una obra muy especial de nuestro fondo de Asia Oriental.

Se trata de una estampa japonesa depositada recientemente por la colección Pasamar-Onila, cuyo propietario hace crecer de manera constante la sección oriental del museo.  Desde aquí, enunciamos nuestro enorme agradecimiento a su generosidad.

Atribuida al artista KITAO Shigemasa (1739-1820), lo primero que llama la atención es su formato extremadamente estrecho y alargado. En japonés es conocido como hashira-e (柱絵) y podría traducirse como “estampa pilar” o “estampa poste” pues se producían para colocarse en los soportes de madera de la casa tradicional japonesa. Su marcada verticalidad supone un reto compositivo para los artistas, que juegan con lo ausente, incitando al observador a completar la escena en su mente. A pesar de la amplia colección de estampa japonesa que posee el museo, es este el primer hashira-e que ingresa en sus fondos. Una gran noticia, ya que este singular formato es poco frecuente, difícil de encontrar y, por tanto, muy valorado. Su lugar en la casa japonesa, expuesto al humo y a la suciedad, hace que pocos hayan llegado en buen estado hasta nuestros días.

La obra nos habla de la leyenda de Takasago, una de las más antiguas de la mitología japonesa, protagonizada por una pareja de adorables ancianos: Jō y Uba, a quienes vemos de perfil en la estampa. Como muchas leyendas, con el paso del tiempo sufrió variaciones que dieron lugar a diferentes versiones, siendo la más conocida la relatada en la obra de teatro noh del mismo título, escrita a finales del siglo XIV por el famoso dramaturgo Zeami (1363-1443). La historia es una celebración del amor y la longevidad, con un fuerte peso de las creencias sintoístas y de la poesía waka, en auge en la corte imperial del momento.

Leyenda de Takasago (Detalle), Kitao Shigemasa, 1790-1805. Foto: Omar Pedraza. Museo de Zaragoza.
Leyenda de Takasago (Detalle), Kitao Shigemasa, 1790-1805. Foto: Omar Pedraza. Museo de Zaragoza.

 

La historia comienza cuando un monje sintoísta se detiene con su séquito en la playa de Takasago, cerca de Kobe, en su viaje hacia Kioto. Allí ve a un matrimonio de ancianos rastrillando las agujas de pino caídas sobre la arena. El marido desea que su mujer viva cien años y él noventa y nueve, hasta que sus cabellos se tornen grises, para pasar toda su vida juntos. Él sostiene un rastrillo para recoger la buena suerte y ella una escoba para barrer los problemas y los malos espíritus, existiendo además un original juego de palabras en japonés que alude a todo ello.

El monje les pregunta sobre la historia del pino en la playa y la pareja explica que es el famoso pino Takasago, emparejado con el pino Suminoe, ubicado al otro lado de la bahía. A continuación dialogan sobre la importancia de la poesía, la naturaleza y la fuerza del amor a pesar de la distancia y del paso del tiempo. Finalmente los ancianos se revelan como los espíritus de los pinos emparejados (Aioi-no-matsu), que vivieron una larga y armoniosa vida conyugal a pesar de la distancia. Las noches de luna llena toman su forma humana para estar juntos y celebrar la felicidad.

Tras esta confesión, los ancianos zarpan en un pequeño bote sobre el mar y acuerdan volverse a encontrar con el monje al otro lado de la bahía. Allí, el espíritu del anciano danzará bajo la luz de la luna para expulsar demonios, honrar la longevidad y la paz, recreando una atmósfera de pureza, bendición y celebración.

Otras versiones del mito cuentan cómo junto al santuario Takasago creció, poco después de su fundación, un pino de una sola raíz y dos troncos entrelazados. El árbol era alabado por quienes lo veían y acabó albergando los espíritus de dos ancianos enamorados que quisieron pasar juntos la eternidad en tan longevo árbol, convirtiéndose en ejemplo de dicha matrimonial.

En el Japón actual sigue siendo una de las historias de amor tradicionales más conocidas y es habitual citar alguno de sus pasajes o canciones en las bodas.

La iconografía que acompaña a los ancianos Jō y Uba es siempre similar, centrada en la longevidad: el pino como protagonista de la historia, considerado en Japón árbol milenario y hogar de divinidades desde la antigüedad. La grulla, apodada en ocasiones como inmortal y símbolo de buenos augurios. Y la tortuga mitológica minogame, de naturaleza auspiciosa, asociada también a la longevidad y a la sabiduría. Se reconoce por su larga cola de pelo, formada en realidad por algas crecidas en su caparazón a lo largo de los años.

Todos estos elementos acompañan a la pareja protagonista en la dinámica estampa de KITAO Shigemasa. El matrimonio ocupa la parte inferior de la composición, mostrando a Uba en primer término, sujetando el mango de bambú de su escoba, y a Jō tras ella, saludando respetuosamente.  Ambos están en su forma humana y con su rostro al natural, a diferencia de otras estampas donde los ancianos portan las máscaras características del teatro noh. A sus pies aparece la tortuga mitológica y, por encima de ella, una grulla picotea el suelo. La mitad superior de la estampa está ocupada por las olas del mar y el célebre pino.

En el ángulo inferior izquierdo se halla un pequeño sello redondo estampado en tinta negra. Se trata del sello de la censura (kiwame) indicando que la obra está aprobada para su edición. El diseño de estos sellos fue variando con el tiempo, siendo éste el correspondiente al primer periodo, fijado entre 1790 y 1805, lo que permite fechar la obra.

Respecto a la autoría, se habla prudentemente de atribución ya que no posee sello ni firma del artista, si bien el trazo, estilo, calidad y cronología de la obra apuntan a KITAO Shigemasa con certeza. La ausencia de referencias al autor es relativamente habitual en las estampas xilográficas japonesas de los periodos Edo (1603-1868) y Meiji (1868-1912) si, tras imprimir una gran tirada, las planchas de madera eran revendidas a otro editor. En ese caso se retiraba de las planchas la firma del artista para que no apareciera en esa segunda edición.

Leyenda de Takasago, Kitao Shigemasa, 1790-1805. Foto: Omar Pedraza. Museo de Zaragoza.
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