La emoción en la Noche en Blanco 2013 del Museo

Buscad la Belleza. Es la única cosa que merece la pena en este maldito mundo

R. Trecet

La luna fue noticia el sábado por aparecer en todo su esplendor y con un diámetro un 14% mayor del habitual. Fue uno de los atractivos de una Noche en Blanco que recordaremos en el Museo de Zaragoza durante meses. La ciudad, sus habitantes, sus artistas e instituciones culturales también lucieron al máximo, al poner en escena lo que llevaban tramando desde muchas semanas atrás.

A las 20 h, la cita que habíamos establecido para inaugurar la Noche, ya eran varias decenas las personas que hacían fila en la acera de Plaza de los Sitios 6.

La primera en recibirnos fue Gloria Martínez, Catedrática de Arpa del Conservatorio Superior de Música de Zaragoza. Entre sus manos, una obra de arte que se complementaba con los cuadros y esculturas de nuestras salas de arte renacentista: un arpa barroca perteneciente a la Institución Fernando el Católico. Una sala repleta escuchó embelesada los acordes que nacían de sus cuerdas: Para quien críe yo cabellos, Pavana en su glosa, Canción alemana, Españoletas y Hachas, compusieron un programa que nos hizo olvidar cualquier posible candidata a la canción del verano y dispuestos a una noche que se presentaba especial. Entre los primeros en llegar, caras conocidas de visitantes habituales, público primerizo, familias enteras, niños sentados en el suelo con los ojos como platos.

Gloria Martínez durante su concierto

A continuación Pedro Reula Baquero, profesor del Conservatorio Profesional de Música “Federico Moreno Torroba” de Madrid, interpretó la Suite en Re menor de Johann Schenck (s. XVII-XVIII).  Del tañer como de cuento de hadas del arpa pasamos al singular sonido, casi una voz humana y emocionante, de la viola da gamba, un instrumento de resonancias italianas cuyo aspecto está a medio camino entre la viola y el cello.

Un momento de la interpretación de Pedro Reula

Tras este primer momento intimista, la acción se trasladó al patio, el escenario perfecto para una multitud que rió y disfrutó con la farsa mitológica de Los Navegantes. Nos ofrecieron una actuación con toques picantes, divertidos y hasta reivindicativos que contó con brío los devaneos entre la bella y enamoradiza Venus, el bondadoso y poco agraciado Vulcano y un Marte belicoso y mujeriego.

El patio del museo en la Noche en Blanco 2013

Tras este episodio, a modo de entremés barroco, tuvo lugar una actuación que nos hizo recordar el sentido de parar nuestro ritmo cotidiano, de hacer un alto en la gris mediocridad de la semana y olvidar por un momento nuestras muchas preocupaciones. El tiempo se detuvo unos segundos y, de repente, en la galería, bajo la protección de las tracerías platerescas, apareció Claudio Monteverdi. Su música nos llegó como un regalo delicado ofrecido por los profesores y alumnos de canto y música antigua del Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza. No se pudo pedir más.

Miembros del Conservatorio Profesional de Música de Zaragoza

El Museo de Zaragoza quiere agradecer su presencia a los excepcionales intérpretes y a los más de 1700 visitantes que nos acompañaron a lo largo de la noche, gracias a todos por una velada maravillosa. Nos costará volver a contratar a la luna en las mismas condiciones, pero estamos pensando ya en como volver a recibiros para la Noche en Blanco de 2014.

 

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