Miradas japonesas al invierno en el Museo de Zaragoza

La desolación del invierno:
En un mundo de un color
El sonido del viento.

Matshuo Bashô (1644-1694)

Estamos a punto de adentrarnos en la más cruda de las estaciones y, aunque son muchos artistas los que han representado el invierno,  si hay una cultura en la que éste se plasma en toda su árida belleza y matices es en la japonesa. Tradicionalmente, los japoneses se han integrado en la poderosa naturaleza que les rodea, tan llena de contrastes, y han abrazado la dulzura primaveral y que los rigores invernales con la misma aceptación. Su literatura y sus artes plásticas están llenas de referencias al invierno: las aves migratorias, las especies de hoja perenne que resisten esos meses, la ventisca, la escarcha, la niebla…Son motivos que descubrimos en numerosos objetos japoneses de la colección de “Asia Oriental Federico Torralba” del Museo de Zaragoza, especialmente en el espléndido conjunto de lacas japonesas y en el de libros y estampas xilográficas de la escuela Ukiyo-e.

Fujikawa, por Utagawa Hiroshige (Fot. J. Garrido)

El principal motivo invernal en el arte japonés es la nieve (yuki) y el bello paisaje japonés cubierto de un manto de nieve. Utagawa Hiroshige (1797-1858) prácticó especialmente el género del paisaje y destacó por su habilidad para reflejar los fenómenos atmosféricos. En la estampa xilográfica “Fujikawa” (1855), Hiroshige ha representado a la aldea de este mismo nombre bajo una nevada. Las cabañas y los pinos aparecen cubiertos por la nieve, aunque los copos siguen cayendo, en un precioso efecto de reserva del papel. Unos viajeros se aproximan, protegidos por amplios sombreros y las características capas hechas con paja de arroz, un motivo habitual en estas escenas y que debía de resultarles pintoresco a los urbanitas de la época, que eran la principal clientela de los ukiyo.

Es el mismo atuendo que lleva el barquero de otra estampa xilográfica “Hashiba en la nieve” (1864), hecha en colaboración por Utagawa Kunisada y Utagawa Hiroshige II. El ferry de Hashiba era una de las muchas rutas que unía los distintos barrios de la capital Edo (Tokio), surcada por numerosos canales. El barquero  transporta a dos bijin (bellezas) – que posiblemente acuden a alguna una casa de té- y que están convenientemente ocultas al espectador por ropajes y enormes paraguas encerados.

Hashiba en la nieve, por Utagawa Kunisada y Utagawa Hiroshigue II (Fot. J. Garrido)

Además de los fenómenos atmosféricos, algunas especies animales (mariscos, ruiseñores uguisu) y vegetales (camelias) aluden esta estación, pero en varios de los objetos lacados del Museo de Zaragoza se repite una combinación de tres especies llamada shô-chiku-bai (ciruelo, bambú y ciprés), también conocidos como “Los Tres amigos del invierno”. Se trata de una iconografía muy recurrente en el arte japonés (textiles, lacas, cerámicas) y que simboliza la longevidad, la resistencia y la vitalidad frente a las adversidades.  Descubrimos esta iconografía en una espectacular arca de viaje lacada del periodo Meiji (1868-1912), en la que este motivo celebratorio se combina con un blasón familiar.

Arcón, laca japonesa urushi. Periodo Meiji (Fot. J. Garrido)

En la última pieza se ha representado una planta llamada fukujusô (Adonis ramosa), cultivada desde antaño para adornar la fiesta de Año nuevo puesto que su floración se considera un anuncio de la inminente primavera. En este sakazuki se tomaba el sake en esta celebración del Año Nuevo brindando por un nuevo ciclo.

Delia Sagaste

Para saber más: Barlés, E. y Almazán, D., Cerezos, lirios, crisantemos y pinos. La belleza de las estaciones en el arte japonés, Zaragoza, CAI, Fundación Torralba-Fortún, 2008.

Taza para beber sake. Finales del periodo Edo o periodo Meiji. (Fot. M. Gracia)

 

 

 

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