San Antonio Abad y el Museo de Zaragoza

Precisamente hoy 17 de enero, el santoral católico dedica el día a san Antonio Abad o san Antón, uno de los santos más populares, patrón de los animales y de los sepultureros y que se celebra en numerosas localidades mediante hogueras y comidas comunitarias, como una muestra más del sincretismo de lo cristiano y lo pagano.

San Antonio nació en la ciudad egipcia de Heraclea en el año 251, se le considera el fundador del movimiento eremítico cristiano. A los veinte años entregó todos sus bienes a los pobres y se retiró al desierto, donde guió espiritualmente a otros eremitas y organizó algunas comunidades, y aunque nunca participó en ellas, se le dio el sobrenombre de “abad”. Se dice que murió a los 105 años. Su biografía está trenzada con datos históricos y fantásticos. A partir de la versión de su hagiografía contenida en la Leyenda Dorada, se popularizó una serie de imágenes sobre la vida del santo, entre las más atractivas para los fieles están las que narran las tentaciones a las que fue sometido por el demonio y que superó con entereza, por lo que era puesto como ejemplo de fortaleza de espíritu.

Vida de san Antón 1 (fot. J. Garrido)

El Museo de Zaragoza posee en sus colecciones varias piezas de pintura y obra gráfica que representan a San Antón Abad. Con motivo de su celebración traemos aquí seis escenas agrupadas en dos tablas y atribuidas al taller de Juan de la Abadía (doc.1471-1498), pintor oscense de larga producción. Las dos piezas que comentamos son un depósito del Museo del Prado hecho en 2001 y formaron parte de la colección Harding de Chicago y son los restos de las calles laterales de un retablo de origen desconocido.

En la  primera de ellas, empezando por arriba, se representa a san Antonio tentado por una hermosa mujer; en la segunda el santo es atormentado por cinco demonios. En la última escena san Antonio se consuela rezando a Cristo, quien se le aparece entre resplandores sobrenaturales.

Vida de san Antón 2 (foto. J. Garrido)

En la otra tabla el pintor representó las siguientes escenas: arriba san Antonio en trance místico es elevado por los ángeles. En la intermedia, el eremita se encuentra una bandeja llena de monedas de oro puesta allí por el diablo para tentarle. En el tercer recuadro, el más bajo, se ha pintado otra de las escenas más famosas de la vida de san Antón, su visita a san Pablo Eremita, quien era alimentado diariamente por un cuervo que le proveía cada jornada de una pieza de pan y que ese día trajo dos, en atención a san Antonio Abad.

Curiosamente en ninguna de estas seis imágenes aparece el símbolo más típico de san Antón: el cochinillo, animal que se le asocia como consecuencia del milagro que obró sobre una piara de jabatos ciegos a los que les devolvió la vista. Tal vez, el artista se guardó este recurso para la tabla principal en la que se representaría al santo con todos sus atributos.

MdZ

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