El mes de julio ha llegado a su fin. En la mayoría del territorio aragonés se realiza una de las faenas agrícolas que tradicionalmente han marcado el calendario mientras nuestra sociedad ha sido eminentemente agrícola. Nos referimos a la recogida del cereal, trabajo compuesto por la siega, la trilla y el acarreo de la paja y el grano. Los cereales han sido la base de nuestra dieta desde el Neolítico y hasta la mecanización del campo bien entrado el siglo XX, los quehaceres y las herramientas empleadas en los mismos no habían variado demasiado.
El Museo de Zaragoza guarda entre sus amplios fondo variadas piezas que hacen referencia a la diferentes fases de la recogida del grano. Hace unas semanas se ilustraba una entrada en nuestro Facebook con la imagen de un trillo de pedernal y hierro que se muestra en la Sección de Etnología del Parque “José Antonio Labordeta”. Queremos llamar ahora la atención sobre este momento del año comentado otras tres piezas que hacen referencias a las faenas comentadas. Las presentamos por orden cronológico.
En primer lugar tenemos un “diente de hoz” hecho en sílex, procedente del yacimiento borjano de Moncín, un poblado que tuvo una amplia ocupación desde el Calcolítico (2500 a. C) hasta el final de la Edad del Bronce (1000 a.C). Durante todo ese periodo la base de la nutrición de esas gentes fue el consumo de cereales (dos clases de trigo y una de cebada), por lo que se recuperaron cientos de estos “dientes de hoz”. Unidos unos a otros sobre un soporte de madera formaban una hilera activa con la que cortar la mies.
Otro
elemento singular es la hoja de hoz forjada en hierro y que procede de la ciudad romana que estuvo ubicada en la partida de La Corona en Fuentes de Ebro, por lo que puede datarse en los primeros compases de siglo I a.C. Excepcionalmente bien conservada ha sido tratada en el área de restauración del museo de Zaragoza. Estamos ante un magnífico ejemplo de estas herramientas agrícolas que no difieren en nada de las utilizadas en la actualidad y que nos documentan directamente la importancia de la agricultura cerealista en el Valle de Ebro en época romana.
Por último, cambiamos de registro y pasamos a la sección de Bellas Artes, donde nos detenemos ante el bello cuadro del genial pintor zaragozano Francisco Marín Bagüés que fue conservador del Museo de Zaragoza en cuyas dependencias vivió y tuvo taller. La obra se que se titula “Acarreo de la mies” y se trata de un óleo sobre lienzo fechado en 1954-55, tiene una dimensiones de 94,6 x 123,5 cm. En el cuadro se representa a una hilera de campesinos que bajo un sol demoledor, expresado con una paleta vibrante, transportan la mies en carros desde el campo a la era. La masas de cereal se manifiestan pesadas y macizas por medio de unos contornos quebrados propios de reminiscencias constructivistas La composición en diagonal proporciona movimiento a una escena que de otra manera hubiera quedo incompresiblemente estática. El bochorno y la dureza del trabajo se ven incrementados por el fondo que nos muestra unas resecas colinas monegrinas y un celaje de sofocante amarillo. La anécdota colorista queda plasmada por las gallinas que se pelean por los granos perdidos entre la paja.