Un sentido recuerdo para Carmelo Lasa desde el Museo de Zaragoza

El pasado lunes fallecía en Zaragoza el arqueólogo Carmelo Lasa Gracia a los 62 años de edad. Carmelo estuvo muy vinculado desde su etapa de estudiante universitario al Museo de Zaragoza, coincidiendo con la fase de profunda renovación de esta institución, por lo que participó activamente en las tareas de catalogación de piezas y montaje de muchas de ellas, en especial en lo que a arqueología islámica y medieval se refiere.

Carmelo Lasa en el castillo de Calatorao en 2005 (Fot. C. Marín)

Carmelo Lasa colaboró directamente en la primera excavación urbana científicamente programada y ejecutada en Zaragoza, llevada a cabo en el paseo Echegaray y Caballero (1975-76) por el equipo del Museo. Era aquella una época heroica de la arqueología urbana en España, a cuyo desarrollo contribuyó Carmelo con su habitual empuje. También fue asiduo en muchas de las campañas de trabajos en la Colonia Celsa (Velilla de Ebro).

Cubierta del libro El Salón Dorado de La Aljafería

Su vocación siempre tendió al mundo islámico. Buen conocedor del árabe clásico, su sabiduría era imprescindible a la hora de catalogar y estudiar la numismática y la epigrafía andalusíes, en las cuales se le podía considerar un experto. Fue pionero en la arqueología islámica en Aragón, en unos momentos en que dedicarse a estas etapas chocaba aún con la incomprensión de unos clichés estereotipados sobre esta cultura esencial en nuestra Historia. Sus estudios sobre las inscripciones de La Aljafería le convirtieron en uno de los mejores conocedores del palacio, incluso mucho antes de que fuera restaurado. Un fruto de este conocimiento es su publicación sobre el llamado “Salón Dorado” del palacio taifal.

Dibujo de Carmelo Lasa, epigrafía de la Aljafería

En este mismo sentido dedicó un ímprobo esfuerzo a reorganizar, catalogar y estudiar los numerosos restos arqueológicos que de La Aljafería son conservados por el Museo de Zaragoza, lo que culminó con un completo trabajo publicado en el nº 6 del Boletín del Museo y que sigue siendo un “catecismo” para quienes trabajamos aquí.

A Carmelo le distinguía, además del entusiasmo y rigor en cuantos trabajos afrontaba, su generosidad pues siempre compartía sus conocimientos y sus descubrimientos con otros colegas, sin esperar otra cosa que el mutuo enriquecimiento intelectual. Así, a pesar de no haber estado incardinado plenamente en el mundo académico, atrajo desde su independencia a investigadores más jóvenes que él, a quienes impartió conocimientos arqueológicos y vitales que han dejado una huella imborrable.

Carmelo Lasa en El Frago en 2007 (Fot. J.F. Casabona)

Destacó como dibujante y como fotógrafo, siempre a la última en tecnología y aún más en sus inicios. Cuando escaseaban los recursos de todo tipo, Carmelo siempre estaba allí con sus envidiables equipos y su buen hacer, para ayudar a quien se lo pidiera. ¡Cuántas fotografías de la arqueología aragonesa que se consideran anónimas son debidas a su pericia y a su sexto sentido para captar la imagen más adecuada!

Excelente organizador, dedicó una parte de su vida laboral a la gerencia de entidades deportivas relacionadas con el baloncesto, deporte al que era muy aficionado. También ofreció esta faceta de gestor al servicio del museo, convirtiéndose en el eficaz secretario de la “Asociación de Amigos del Museo de Zaragoza”, durante toda la vida de esta agrupación cultural.

Inquisitivo, crítico, optimista, buen amigo y dotado de un contagioso buen humor,  hasta en los momentos más difíciles.  Carmelo Lasa Gracia siempre tendrá un merecido puesto de honor en la historia del Museo de Zaragoza.

MdZ

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