Una pintura de Haes del Museo de Zaragoza en el Thyssen Bornemizsa

Hasta hace tan solo unos días, una obra de la colección del Museo de Zaragoza realizada por Carlos Haes,  ha formado parte de la exposición “Impresionismo al aire libre, de Corot a Van Gogh”, organizada por el Museo Thyssen Bornemizsa, donde ha estado agrupada en la sección “Rocas”. Una muestra más de la política de colaboración nuestro museo con las más prestigiosas instituciones culturales.

Catálogo de la exposición

Esta pieza, conocida también como Rocas de vivos colores de las altas crestas que dominan el Monasterio de Piedra se la data entre 1872-73, es un  óleo sobre cartón de 31×41 cm. Ingresó en el Museo de Zaragoza en el año 1922, como depósito de un particular.

Se trata de un magistral ejemplo de la pintura paisajista de Carlos Haes (Bruselas, 1826- Madrid, 1898), que desde muy pequeño se trasladó a vivir a España, a Málaga. Hacia los años 50 recaló en Bélgica donde recibió clases del pintor Quinaux, y popularizó la práctica de la pintura del natural, lo que supuso la creación de la Cátedra de Paisaje de la Escuela Superior de la Real Academia de San Fernando en Madrid que ocupó él  mismo desde 1857. Su vida viajera le llevó a recorrer las tierras más hermosas de Europa, dejando constancia en instantáneas paisajísticas de extraordinaria belleza. De sus más de cuatro mil obras, destacan los paisajes de los Picos de Europa, Jaraba y las innumerables sesiones con que inmortalizó el Monasterio de Piedra y sus alrededores. De estas últimas el Museo de Zaragoza posee seis piezas que muestran estos pintorescos rincones aragoneses.

Testimonio de esto son las variadas composiciones que encontramos de estas tierras, donde pasó varias temporadas estivales, invitado por su amigo Federico Muntadas, propietario del monasterio. Pertenecen a este bienio 1872-73, una buena cantidad de estudios de gran tamaño realizados en las inmediaciones del Monasterio de Piedra y en el pueblo de Jaraba. Las formaciones rocosas fue algo que atraía enormemente a Haes, ya que veía en su plasmación infinitas posibilidades y recursos estilísticos.

En caso que nos ocupa, el paisaje está compuesto principalmente por piedras calcáreas que forman grandes masas rocosas, la modulación de la luz les confiere una bella alternancia de contrastes lumínicos que conforman un espacio dividido en diversos planos. La pintura está compuesta base de grandes de claroscuros, manchas de pigmento y un colorido vibrante utilizado para destacar las tierras calcáreas de las arcillosas.

Se conserva una despedida poética de Carlos Haes que dedicada a estos parajes del Monasterio de Piedra, el lugar que más veces frecuentó en sus recorridos por la geografía española: ”Adiós majestuosa, salvaje y misteriosa y fantástica gruta!!!! Buenos, cariñosos y queridos amigos ¡ Adios! Permita el cielo que siempre que el viento hinche mi vela, venga a abordar a tan delicioso y hospitalario puerto “ Carlos de Haes, 1864.

El Museo de Zaragoza, posee más de una veintena de obras de gran calidad de este magnifico paisajista, número que hasta hace unos pocos años llegaba a treinta y tres lienzos, la diferencia lo constituía un lote, depósito temporal el Museo del Prado que fue levantado.  Sabemos que Haes donó gran parte de su obra a sus discípulos y seguidores quienes a su vez los legaron al extinto Museo de Arte Moderno. Con esta donación se formó una sala denominada “Haes”, que tuvo muy corta duración, pues estos fondos fueron dispersados mediante depósitos de la citada entidad entre museos provinciales y otros organismos oficiales de toda España. Así, al extinguirse el Museo de Arte Moderno, las colecciones del siglo XIX pasaron al Museo del Prado y muchos de aquellos depósitos, como los lienzos que se encontraban en el Museo de Zaragoza, pasaron a formar parte de la pinacoteca madrileña.

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