Prehistoria

Los orígenes de la presencia humana. El hacha de mano de Cauvaca (Caspe) es el objeto más antiguo fabricado por el ser humano, hace unos 100.000 años, que conserva el Museo. Unos 40.000 años tiene el Paleolítico Medio de los campamentos del entorno del Moncayo con sus raederas y lascas; entre 18.000 y 12.000 el Paleolítico Superior de la Cueva del Gato de Épila y de la Peña del Diablo en Cetina. Las últimas consecuencias de estos grupos de cazadores recolectores están representadas por las pequeñas herramientas del Epipaleolítico (entre 10.000 – 6.000 años a.E.), que se encuentra bien definido en los yacimientos de Peña 14 y Legunova ambos en Biel o Costalena y El Pontet en Maella.

Cereales, ganado y aldeas. Los primeros agricultores y ganaderos suponen el paso a la sociedad neolítica sedentaria, con materiales de yacimientos como El Pontet y Costalena en Maella, Rambla de Legunova y Paco Pons en Biel que datan de hace unos 7.000 años, hasta las evidencias más recientes como las tumbas de la Mina Vallfera en Mequinenza de hace 3.200 años, pasando por la etapa de transición que encontramos en las cabañas de Riols (Mequinenza) datadas hace 6.000 años. Cerámicas impresas y lisas, industria lítica tallada en sílex y útiles pulimentados junto con molinos de mano y elementos de adorno, como cuentas de collar y brazaletes de concha forman el núcleo de la colección.

Primero fueron el cobre y el bronce. A partir del año 3000 a. E. hace aparición el metal (primero cobre y luego bronce) en medio de unas comunidades de agricultores que nos han dejado sugestivos testimonios metálicos, con ejemplares de hachas planas como las de Ejea de los Caballeros, puntas de tipo palmela, punzones, cuchillos de remaches, moldes de fundición en piedra, y además cerámicos con un tipo característico: el vaso campaniforme (Cueva de los Encantados de Belchite, vaso de Mallén). Es especialmente significativo el yacimiento de Moncín en Borja, en el que se resume toda esta secuencia cronológica (2.200-1.000 a. E.) con gran variedad de artefactos.

Protohistoria

Después vinieron el hierro y las cenizas. La estela de Valpalmas encierra en sus representaciones grabadas los signos de la guerra y la lírica. Los poblados del Bronce Final y de la Primera Edad del Hierro (750-450 a. E.) del Cabezo de Monleón en Caspe, Cabezo Morrudo en Fuentes de Ebro, la Cruz en La Muela y el Morredón en Fréscano, han proporcionado notables conjuntos de materiales, donde destacan la cerámicas lisas y decoradas. Las necrópolis de incineración de Los Castellets (Mequinenza) o el Corral de Mola (Uncastillo) nos documentan ritos del más allá a través de ajuares funerarios compuestos por fíbulas, broches y brazaletes.

Y entramos en la Historia. Iberos y celtíberos se convierten en nuestros primeros pueblos históricos, desde el s. IV a. E., conformándose con los estímulos recibidos desde el Mediterraneo, que originarán unas culturas que conocen las ciudades, la escritura (Bronces de Botorrita) y la moneda. Además fabrican singulares cerámicas a torno decoradas con pintura (cabezo de Alcalá de Azaila, Palomar de Oliete, Botorrita, etc). Especial mención merece la industria del hierro para herramientas y armas (poblado de Herrera de los Navarros y necrópolis de Arcóbriga) y del bronce para los adornos personales, como las fíbulas encontradas en la necrópolis de la Umbría de Daroca.

Roma

Arqueología clásica. Las colecciones del Museo corresponden a la cultura romana, República e Imperio. Desde el siglo II a. C. la omnipotente presencia de Roma queda evidente por la red viaria, la fundación de Colonias, el urbanismo de las ciudades, la implantación de leyes, la escritura y los numerosos artefactos legados (monedas, cerámicas, vidrio, bronces, objetos de hueso, mármoles, etc.).

República. Entre los numerosos asentamientos sobresalen los de Contrebia Belaisca (Botorrita), Fuentes de Ebro y El Burgo de Ebro. Entre los hallazgos más significativos de Contrebia hay cuatro bronces escritos, uno en latín y tres en celtibérico, uno de ellos con el texto más largo redactado en la antigua lengua céltica.

Alto Imperio (30 a. C. – 284 d. C). La intensa presencia de Roma en el territorio ha dejado testimonios extraordinarios. Del Municipium Turiaso (Tarazona) procede la cabeza de carneola de Augusto y un arcón (arca ferrata). Una variada cultura material de todo tipo procede de numerosos yacimientos aragoneses, Bilbilis, Bursao y Los Bañales. Entre los testimonios escritos destacar la Ley grabada sobre el conocido como bronce de Agón, de época de Adriano.

Colonia Celsa (Velilla de Ebro). Fundada por Marco Aemilio Lépido en el año 44 a.C. y abandonada en los años 69-70. En el museo monográfico se expone una selección de materiales obtenidos en las excavaciones realizadas. La exposición se articula en una serie de paneles introductorios y dos grandes bloques que narran la historia de la colonia y la vida cotidiana.

Colonia Caesar Augusta (Zaragoza). Fundada por Augusto en el año 14 a. C., fue la capital del convento jurídico caesaraugustano, que abarcaba gran parte del valle Ebro. Las intensas excavaciones arqueológicas han proporcionado un patrimonio material ingente y variado. Se conservan restos arquitectónicos del foro, teatro, baños, cloacas, casas (triclinio de la calle Añón), mosaicos teselados, como el de Orfeo, restos escultóricos e inscripciones funerarias y conmemorativas, además un variado y elevado número de artefactos.

Bajo Imperio (284 – 472).  Destacan los aristocráticos asentamientos rurales con sus edificios decorados con mosaicos teselados, como el de La Malena (Azuara) y la extraordinaria colección musivaria de Villa Fortunatus (Fraga).

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