En el siglo XVII en España se dan los condicionantes para la producción de una pintura cuya temática es principalmente religiosa. Poco a poco y con el cambio de centuria, se da paso a nuevos asuntos e iconografías fruto de las nuevas demandas. La colección del museo refleja estos gustos. Como figura más relevante del primer Barroco destaca Jusepe Martínez, pintor de origen flamenco afincado en Zaragoza (Santa Cecilia, San Pedro Nolasco y Autorretrato pintando a su padre). Siguiendo la línea de producción artística de tipo conventual encontramos a Vicente Berdusán, cuyo estilo refleja las influencias de la Corte madrileña; destacable es el grupo de pinturas entorno a la vida de San Bernardo que decoraron el Monasterio de Veruela y que en la sala está representada por La Conversión del Duque de Aquitania.
Otro tipo de obras, ya más demandadas por los encargantes, serán aquellas de iconografía profana. Un buen ejemplo es la obra Vanitas, de Antonio de Pereda que desarrolló su actividad en la Corte, y que despunta por ser uno de los pintores de Vanitas más destacados de su tiempo. Lo mismo sucede con la pintura de Juan de Arellano y sus Canastillas de Flores, en donde demuestra una pincelada suelta y vital que imprime una calidad impresionista a la representación, siendo por este motivo el pintor de flores más famoso del momento.